Según informes de la ONU, más del 50% de la población mundial vive en ciudades. Además, esta proporción aumentará en los próximos 50 años. Las ciudades ocupan solo el 3% de la superficie terrestre del planeta, sin embargo, producen las tres cuartas partes de las emisiones de carbono y consumen las dos terceras partes de la energía producida a escala global. Es por ello, que una gran parte de ciudades actuales, poseen unos niveles altos de contaminación atmosférica, visual y sonora. Además, son lugares con escasa presencia de zonas verdes.
¿Tan importante son estas zonas verdes?
Más allá de criterios estéticos, la presencia de zonas verdes en nuestras ciudades son un indicativo de calidad de vida. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la presencia de 10-15 metros cuadrados de zonas verdes por cada habitante y como mínimo 1 árbol por cada 3 habitantes. A continuación te cuento los motivos.
Beneficios de las zonas verdes en espacios urbanos
Mejora la calidad del aire: Según la FAO, un árbol maduro puede absorber hasta 150 kg de CO2 al año. También retiene el polvo y sustancias contaminantes en suspensión. Ésto es de vital importancia, teniendo en cuenta que según la OMS el 92% de la población mundial está expuesta a niveles peligrosos de contaminación del aire.
Reduce la temperatura: La ubicación estratégica de la vegetación y su disposición en grupo puede ayudar a enfriar el aire entre 2 y 8 grados centígrados. Además, la colocación correcta de árboles alrededor de edificios puede reducir la necesidad de aire acondicionado en un 30% y reducir los gastos de calefacción en invierno entre un 20-50%.
Reducen la contaminación acústica: El uso de pantallas vegetales constituyen un excelente medio para aislar acústicamente zonas ruidosas de la ciudad, como pueden ser: carreteras, vías ferroviarias, zonas industriales, etc.
Evita la erosión: La vegetación con sus raíces sostiene el terreno evitando la pérdida de suelo en zonas de altas pendientes, taludes de carretera o zonas de ribera.
Evita inundaciones: El impacto de la lluvia sobre un suelo desnudo disgrega y moviliza las partículas del terreno. Las partículas más finas se desplazarán ocupando los poros y huecos existentes entre las partículas más gruesas, de esta manera, el suelo reduce su capacidad de captar agua y se favorece la escorrentía de agua superficial. En este sentido, la vegetación protege al suelo de este impacto y reduce la velocidad del flujo de agua, lo cual, es de gran importancia en zonas urbanas surcadas por el curso de un río. No obstante, estos espacios se necesitan gestionar, haciendo limpieza de cauces cuando sea necesario, para así evitar, en caso de lluvias torrenciales, el atoro de puentes o canales por acumulación de biomasa vegetal arrastrada por la corriente.
Constituyen zonas recreativas y de esparcimiento: Estas zonas verdes urbanas pueden constituir excelentes espacios para practicar deporte, relajarse o realizar actividades de ocio en contacto con la naturaleza.
Aumenta la conciencia ambiental de los ciudadanos: el contacto continuo con la naturaleza en los lugares donde los ciudadanos viven y pasan su tiempo libre, favorece el conocimiento y la integración de ésta en nuestras vidas.
Empleo: Se pueden crear numerosos puestos de trabajo relacionados con la gestión y el mantenimiento de las zonas verdes.
Mayor sentimiento de seguridad: La mayor presencia de personas en los espacios públicos disminuyen las tasas de criminalidad.
Salud mental: Diversos estudios demuestran que el contacto con la naturaleza mejora directamente la salud mental y en último término, la calidad de vida de los ciudadanos.
Valor estético: El paisaje constituye un recurso territorial valioso, que puede ser disfrutado por los ciudadanos, así como ser objeto de interés turístico. Un buen ejemplo pueden ser los conocidos patios de Córdoba (España).
La vegetación de las zonas verdes realiza fotosíntesis produciendo oxígeno. Las zonas verdes captan CO2 actuando como sumidero de carbono. Además, constituyen un refugio para la biodiversidad y la diversidad genética de la fauna silvestre.
Los huertos urbanos constituyen una fuente de alimentos y/o materias primas reduciendo la huella de carbono, ya que al producir los alimentos en el lugar de consumo se evita la contaminación producida por el transporte de éstos, desde su zona de producción a los mercados tradicionales.
Estamos acostumbrados a ver espacios verdes urbanos con forma de parques, más o menos artificiales, sin embargo, existen otras muchas opciones como los huertos urbanos, los jardines verticales y los bosques urbanos.