Aunque te parezca extraño, los cactus pueden poseer costillas, de hecho, les permiten soportar largos periodos de sequía sin sufrir daños.
Las costillas en los cactus son las aristas que van desde la base hasta su extremo superior. Además, sobre ellas se disponen las areolas de donde salen las espinas. El número de costillas variará según la especie e incluso existen formas denominadas «monstruosas», donde las costillas se disponen de forma diferente a la original.
La cantidad de agua que el cactus retiene en el interior de sus tejidos puede variar enormemente dependiendo de la estación. En la imagen anterior podemos observar al mismo cactus después de haber pasado un periodo de sequía y tras haber recuperado su turgencia con riegos posteriores.
Imaginemos por un momento un cactus salvaje en su medio natural: Cuando llueve y el sustrato está mojado, el cactus toma rápidamente el agua y la almacena en sus tejidos. Ésto provoca que aumente su turgencia, es decir, se hincha. Cuando llega el periodo de sequía, el sustrato está seco y el cactus no puede reponer el agua que consume. Con el paso de los días el cactus irá perdiendo turgencia (deshinchándose y arrugándose). Cuando está poco turgente, el cactus es bastante blando y las costillas le permiten mantenerse en pie, ya que de no tenerlas se doblaría y caería al suelo.
En un corte transversal es fácil identificar a las costillas de los cactus, ya que son cada uno de los pliegues que rodean su centro. En algunos cactus, las costillas están divididas por hendiduras transversales, formando lo que se denomina como mamilas.
Si te ha interesado esta estrategia, no te pierdas el vídeo que te muestro a continuación, donde encontrarás 8 adaptaciones más, que emplean las suculentas para sobrevivir: